Lágrimas de San Lorenzo

Publicado en La Vanguardia el 5 de agosto de 2013

 

 

Llega el tiempo de las Lágrimas de San Lorenzo. Es la lluvia 

de estrellas fugaces más conocida y más esperada, no sólo porque es una de las más copiosas, sino también porque se tiene noticia de ella desde hace más de ochocientos años. Las lluvias de estrellas, que son varias docenas cada año, tienen la característica ilógica de que ni son lluvias ni son estrellas y la cualidad sorprendente de la puntualidad porque llegan siempre en las fechas esperadas. ¿Cómo se explican estas propiedades tan distantes del común de los cuerpos celestes?

En primer lugar hay que aclarar que no es un fenómeno estelar sino que ocurre dentro de la atmósfera terrestre. En su viaje alrededor del Sol, la Tierra choca a veces con pequeños trozos de roca como granos de arena que vagan por el espacio en enjambres, como los mosquitos al atardecer. Al penetrar en la alta atmósfera a velocidades de decenas de kilómetros por segundo, la temperatura de la partícula se eleva a miles de grados debido al roce con el aire. Entonces se convierte en gas y brilla instantáneamente, de tal manera que desde nuestro lugar de observación tenemos la impresión de ver una estrella que se desprende del cielo y se mueve a alta velocidad. Si uno de esos corpúsculos es de una mayor dimensión, por ejemplo como una canica o del tamaño del puño, entonces el brillo es extraordinario y es posible que deje un estela de color verde o rojizo o, incluso, que se fraccione en varios trozos.

El origen de estos enjambres son los cometas que, al dar la vuelta alrededor del Sol, se van desintegrando y dejan su órbita marcada por un reguero de material. Si esa órbita cruza la de la Tierra en algún punto, cuando ésta llega allí, choca con el enjambre y se produce la lluvia de estrellas. Y lo hace en fechas fijas, puesto que la órbita de la Tierra es como un calendario, de tal suerte que siempre estará en el mismo punto el mismo día de cada año. Las Lagrimas de San Lorenzo, o Perséidas, son los residuos del cometa Swift Tuttle cuya órbita cruza la de la Tierra en el sitio por donde ésta pasa el día 11 de agosto.

La observación de la lluvia se resumen en cinco líneas:

·         El mejor día: la noche del 11 de agosto, pero unos días antes o después también se verán algunos meteoros.

·         La mejor hora: cuanto más tarde, mejor.

·         El mejor equipo: los ojos.

·         El mejor lugar: el más oscuro.

·         Hacia dónde mirar: hacia cualquier parte del firmamento porque las estrellas brotan al azar dónde uno menos las espera.

Ah! Y no hay que olvidar el rito de pedir un deseo por cada estrella que aparezca.