La Estrella Polar

Publicado en La Vanguardia el 2 de agosto de 2013

 

No hay en el cielo ninguna estrella que le haya prestado un servicio a la humanidad como la Polar. En su viaje de descubrimiento, Colón se guió por ella noche a noche, como se puede leer en el diario de a bordo, porque entonces no se sabía si la brújula funcionaba o no por los parajes por los que andaba. En ese tiempo la estrella se hacía servir como triple instrumento: brújula porque marca siempre el norte, GPS porque su altura sobre el horizonte indica la latitud del lugar y reloj, porque se podía calcular la hora nocturna según la posición de otras estrellas con respecto a ella. Pero la Polar es también una estrella que genera malos entendidos. Algunos piensan que es la más brillante del cielo, o la más cercana a nosotros, o la más grande, pero no. Su peculiaridad consiste en que es la única del hemisferio norte que no se mueve de su lugar ni de día ni de noche, porque está justo en la prolongación del eje de rotación terrestre. Todas las demás dan vueltas a su alrededor en el curso de un día.

Pero no se crea que esto ha sido así desde el principio de los tiempos. El cielo va cambiando lentamente con el correr de los siglos – un fenómeno llamado precesión –  por lo que la estrella Polar se va moviendo y llegó a su sitio de privilegio sólo a partir del final de la edad media. Los marineros anteriores a esa época se guiaban por las estrellas, que es lo único que se puede ver cuando se está en alta mar, pero tenían trucos para hacerlo porque no había una que estuviera fija día y noche en un sitio del cielo. Esto, muy a pesar de Shakespeare que pone en boca de Julio César las palabras "soy constante como la estrella polar que por su fijeza e inmovilidad no tiene rival en el cielo". En tiempos de la Roma de los césares no había una estrella polar, en cambio en tiempos del poeta si la había.

La Polar pertenece a la constelación de la Osa Menor, llamada también Carro Menor. Se puede localizar muy fácilmente, a cualquier hora de la noche, mirando hacia el norte y alzando la mirada un ángulo igual a la latitud del lugar. En la Península la latitud media es de unos 40 grados, por lo que la Polar está a medio camino entre la horizontal y la vertical del sitio de observación. La estrella se podrá distinguir porque está aislada en un entorno muy amplio del cielo en el que es más brillante que todas las demás. Observar la estrella Polar tiene su encanto, no porque la visión sea especial, sino por la magia de ver una estrella única entre todas las del cielo, testigo y protagonista de acontecimientos históricos, como la conquista de todos los mares de la Tierra.