El Triángulo de Verano

Publicado en La Vanguardia el 3 de agosto de 2013

 

Navegar por el cielo estrellado es como hacer turismo en una ciudad desconocida. No es necesario conocer cada uno de sus edificios, cada calle o cada barrio para deambular por ella y visitar sus atracciones, sino que basta con conocer algunos puntos de referencia convenientemente ubicados. Lo mismo ocurre con el cielo, con la diferencia de que, como éste va cambiando paulatinamente a lo largo del año, hay que tener al menos un referente para cada una de las épocas o estaciones.

Durante los meses del verano hay tres estrellas muy brillantes que se destacan entre todas las demás en un entorno muy grande del firmamento y que se pueden ver en las horas más cómodas, desde el anochecer hasta la media noche. No forman una constelación reconocida por los astrónomos, pero dibujan un asterismo conocido popularmente con el nombre de "Triángulo de Verano". Sus estrellas son Vega, las segunda estrella más brillante del hemisferio norte y la más destacada de la constelación de Lyra; Altair, que con su esplendor opaca a sus compañeras de la constelación del Águila y Deneb, que forma parte de la llamada "Cruz del Norte" o constelación de El Cisne. No hay que tener imaginación de artista para ver en esta última la forma del animal en vuelo, como se ve en el dibujo adjunto. Las alas desplegadas se sustentan en la estructura ósea del palo menor de la Cruz y el cuello del Cisne sigue la elegante sinuosidad del palo mayor hasta la estrella Albireo que representa la cabeza.

El Triángulo de Verano es de las primeras formaciones de estrellas en aparecer durante las horas grises del crepúsculo y de las últimas en desvanecerse cuando surge una niebla ligera o cuando la claridad de la Luna o la contaminación lumínica artificial nos velan la mayor parte de las estrellas. Esta magnífica formación de estrellas nos permite, no sólo admirar el esplendor de sus componentes, sino también servirnos de ella, para propósitos prácticos, como una excelente brújula nocturna. Para ello, basta con identificar el ángulo que se forma en la estrella Altair, que es el más agudo de los del Triángulo. Si desde ese ángulo trazamos una línea que pase por el medio de las otras dos estrellas, estaremos apuntando directamente al norte, de manera que al prolongarla nos llevará sin pérdida a la Estrella Polar.

Para reconocer el Triángulo de Verano, basta con mirar hacia el cenit – la parte del cielo que está sobre la cabeza del observador –, durante las primeras horas de oscuridad. Tanto el primerizo como el versado en asuntos del cielo, se deleitarán con la visión de estas figuras que han llamado la atención de los observadores desde tiempos inmemoriales.